En estas expresiones creadoras que suceden en un espacio y un tiempo, intervienen ciertos elementos constantes: la noción de esquema corporal, la imagen corporal, la construcción de su espacio y tiempo, la relación con los objetos y las otras personas que están con él.
Se han realizado diferentes estudios, observando el juego espontáneo del niño en diferentes ámbitos como jardines de infantes, casas, parques o espacios de juego libre. Esta investigación realizada por Gilbert y Vidal, clasificaron las actividades motoras espontáneas en dos grandes grupos: Las Actividades motoras centradas sobre sí mismo y Las Actividades motoras dirigidas hacia el exterior.
Las actividades motoras centradas sobre sí mismo, son fuente de sensaciones placenteras, esencialmente vestibular y propioceptiva. Actúan preponderantemente sobre la construcción y re significación del tono, el equilibrio, las emociones, influyendo sobre la conciencia de de sí y el contacto con la realidad.
Las rupturas, reequilibraciones, giros o balanceos, producen fuertes sensaciones corporales, resultando de estas experiencias motrices, estados tónico emocionales capaces de producir aprendizajes sobre el dominio de su propio cuerpo, permitiendo toda gama de experiencias a nivel postura, de los registros activos y pasivos del movimiento. Estos movimientos son clasificados en tres grupos, Los balanceos, Los movimientos giratorios, Las caídas.
Los balanceos son considerados aquellos movimientos de oscilación regular del cuerpo o de una articulación, acción de vaivén con un desplazamiento a un lado y al otro un centro de equilibrio. La experiencia motriz va estar sujeta a la altura del centro de gravedad en relación al punto de apoyo; del balanceo realizado con los brazos de aquel realizado en una hamaca. Además hay una clara diferencia en el plano mecánico del movimiento, de los balanceos realizados solo con el cuerpo, de los realizados con la ayuda de un intermediario. Según sea la edad del niño, se obtienen distintos elementos que brindan seguridad y sostén a niños pequeños y a medida que la edad avanza, se modifican permitiendo un balanceo más amplio o mas acrobático.
Otra diferenciación en esta acción, también la encontramos en los balanceos sobre pelotas o neumáticos, sobre ramas de árboles, con las patas de atrás de una silla o balanceos en frazadas o alfombras. Los balanceos pueden ser pasivos, cuando la fuerza se ejerce por acción exterior al sujeto o activos, activada por impulsos producidos desde el propio cuerpo del sujeto o por enviones o empujes con diferentes partes del cuerpo del sujeto.
Los movimientos giratorios aparecen en un período posterior que los balanceos y a medida que el niño desarrolla sus habilidades motoras y de equilibrio, los giros evolucionan y se diversifican. Estos progresos se relacionan con el dominio del cuerpo en el espacio, el control del eje corporal como punto de apoyo y equilibración de fuerzas centrífugas del giro y la direccionalidad del movimiento de rotaciones.
Las caídas son actividades que manifiestan una brusca desnivelación del cuerpo, bajo la influencia y el efecto de la fuerza de gravedad a partir de una perdida de equilibrio o la pérdida de los puntos de apoyo. También son consideradas caídas los descensos en plano inclinado o toboganes.
Reptar y Gatear: acción fundamental para el desarrollo en la primera infancia.
El desarrollo cerebral e intelectual del niño depende en gran medida, de la cantidad y calidad de los estímulos que reciba. O sea que en gran medida, el desarrollo de su inteligencia estría vinculado a las actividades o ejercitaciones de las funciones motrices que realice. Los receptores de las sensaciones u percepciones del cuerpo comunican al cerebro, todas las experiencias de arrastre, gateo, caminata o salto que el niño realice.
Es absolutamente necesario otorgarle variadas posibilidades de movimiento y espacios adecuados para ejercitar la mayor cantidad de acciones motrices posibles. En el caso de bebes y niños pequeños describiremos dos etapas fundamentales a promover: el reptado y el gateo, tratando que estas formas de movimiento se desarrollen el correlato correspondiente.
El desplazarse rozando con el cuerpo en el suelo, debe considerarse el mayor logro en el área de la movilidad independiente. Gracias a esta acción el bebé deja de ser dep
endiente del entorno para alcanzar objetos y buscar nuevos estímulos por sí mismo.
Ahora los objetos que están al alcance de la vista, pueden ser seguidos y alcanzados. Los espacios que eran únicos de ser visitados, por iniciativa del adulto, dejan de serlo para pasar a ser sub espacio, con nuevos recorridos y circuitos, con diferentes elementos en ellos.
Hasta ese momento los objetos que desaparecían de vista del niño, desaparecían de sus imágenes y representaciones, pero ahora con la posibilidad de ser buscados, comienzan a permanecer en el recuerdo del niño y pueden ser buscados a través de sus representaciones.
Como sugerencia posible para otorgar al niño estas experiencias, colocaremos al bebe boca arriba sobre una superficie plana y dura, con objetos fáciles de ser aprehendidos, para que sus movimientos, que en un principio son reflejos, vayan acomodándose, a las torsiones, los rolados o rodadas que se irán organizándose de manera consciente para conseguir los desplazamientos. De manera gradual, se irán alargando las distancias y también el tiempo de estancia.
Las oportunidades de reptado y gateo deben ser frecuentes, sostenidas siempre por la mirada, la palabra y las significaciones de la acción motriz, mientras son ejecutadas por bebé. El arrastre ayuda en la coordinación de los hemisferios cerebrales, a través de la percepción y transmisión de los estímulos de las vías motoras.
El reptado otorga numerosos beneficios para el bebé. En primer lugar, la posición típica del arrastre le facilitará desarrollar y fortalecer los músculos la zona cervical al intentar levantar la cabeza y apoyarse sobre sus manos con los brazos estirados o sobre los codos cuando tiene los brazos flexionados, ésta posición facilita manipular los objetos que están al alcance de sus manos.
Avanzar en patrón cruzado implica, y a la vez ejercita, la coordinación entre los dos hemisferios cerebrales. El hemisferio derecho controla los movimientos y sensaciones de las extremidades izquierdas y el hemisferio izquierdo controla los movimientos y sensaciones del lado derecho de nuestro cuerpo. Cuando los dos hemisferios trabajan de manera coordinada quiere decir que su mano izquierda (hemisferio derecho) sabe lo que hace su mano derecha (hemisferio izquierdo) y por tanto puede, por ejemplo, pasarse cosas de una mano a otra sin que se caigan.
Cuantas más oportunidades tenga de moverse en el suelo, más posibilidades damos a sus dos hemisferios cerebrales para ejercitarse y desarrollarse plenamente lo cual favorecerá su desarrollo intelectual y la posibilidad de pasar a la fase siguiente: el gateo.
La posición supina, boca arriba, permite al niño contemplar su entorno, mover brazos y piernas de esta manera, jugar con sus manos y pies. Desde esta posición podrá girar sobre sí mismo y pasar de boca arriba a boca abajo y de boca abajo a boca arriba. Esto lo ayudará a desarrollar su equilibrio, obtener estabilidad en sus movimientos y también a cambiar de posición de manera voluntaria.
Es importante que este cómodo, no ponerle mucha ropa, para que esta no le impida realizar acciones por la falta de movilidad y por otra parte, que le facilite el movimiento. En el suelo colocar una frazada o cubrecamas para que no tenga frío. Las condiciones favorables son en un suelo plano y duro que no le ofrezca mucha resistencia en un inicio ni que resbale. También resulta beneficioso ofrecerle un plano con cierta inclinación. Esto hará que la propia gravedad lo motive a avanzar con sus manos alternativamente para mantener la estabilidad y equilibrio. Sus piernas se moverán compensando y equilibrando el avance.