domingo, 5 de julio de 2020

ECOLOGIA Y EDUCACIÓN POPULAR: Hacia una perspectiva integral de la ecología

Cuando hablamos de ecología, en raras oportunidades no imaginamos a una comunidad sentada al rededor del fuego, conversando sobre lo que es mejor para todos, sin dejar de agradecer a la "Pacha" que es quien los cuida y les ofrece tanto, pero a su vez es a quien hay que ofrecerle y cuidar. 

Acercarnos a los orígenes de nuestros pueblos y sus culturas, nos permite ver y entender que cuando hablamos de Medio Ambiente, de la Tierra, de los Océanos o de las especies que los habitan, no son elementos dispersos, sino que conforman un increíble sistema, donde el humano es parte y no un mero observador externo, estrechamente ligado a una comunión recíproca.   

El Medio Ambiente es algo que nos atraviesa y nos constituye, nos otorga identidad y se manifiesta en una relación estrictamente complementaria. 

Lamentablemente nuestra civilización patriarcal, colonialista y capitalista se ha desarrollado en función de un ética fuerte, que promueve la competencia y la anulación del “otro” como forma de asegurar la subsistencia, incluso hasta llegar a su destrucción. 

Esta forma competitiva de habitar el mundo, ha creado en la construcción subjetiva de estas sociedades capitalistas, que la exclusión es natural, así como los factores estructurales del sistema hegemónico que impera, y que nos lleva al extremo de permitir como espectadores pasivos y complacientes, como el 1 por ciento de la población mundial sea más rica que el noventa y nueve restante.

A partir de mi compromiso con la Economía Social, me acerqué a la idea de la Educación Popular Ambiental, conociendo a pensadores como Moacir Gadotti, amigo y compañero de luchas de Paulo Freire, quienes nos hablan de la “Pedagogía de la Tierra”. Este autor brasileño propone una cultura de la sustentabilidad, dando paso a una pedagogía de la sustentabilidad que tome conciencia en torno a formar una ciudadanía planetaria, basada en una nueva economía de mercado donde predomine la cooperación y la solidaridad.

Para quienes nos consideramos Educadores Populares, nos movemos impulsando procesos de lucha, de resistencia y de creación,  que aporten a la construcción de sujetos populares para la transformación de la sociedad, formándolos desde una perspectiva o mirada ambiental y ecológica, como una herramienta conceptual y una práctica necesaria.

Si sostenemos además, que la Educación Popular tiene una claro contenido político, que implica la reflexión crítica de la realidad, con esta práctica estaremos tejiendo procesos de transformación de la sociedad, aportando y enriqueciendo una propuesta que sostenga las actividades que se vienen desarrollando en esta clave y que involucran el trabajo con la tierra, las luchas por la defensa de la naturaleza, la creación de cooperativas de producción y cooperativas de consumo.

No es para nada fácil el desafío que se nos propone en la tarea de reconstruir el planeta. Los modos de producción capitalista, son al mismo tiempo, modos de destrucción de la naturaleza, son extractivos y contaminantes. Sin embargo, queremos poner en debate algunas ideas que muchas veces se expresan sin crítica. 

Los países ricos intentan colocar en las agendas globales la idea de que es posible un desarrollo sustentable, cuando, claramente, el concepto de desarrollo con un fundamento colonizador y basado en la ganancia irracional a costa de la exclusión, la explotación y la muerte, no puede ir de la mano de lo sustentable, que significa exactamente lo contrario.

La Educación Popular, impulsa una ética de la esperanza, que se  contrapone a la ética de la armonía neoliberal. entendiendo a la esperanza, como el amor, ya que  ambas son categorías revolucionarias. se entiende a la esperanza como ese impulso que nos permite buscar alternativas, de los excluidos, de los gritos de libertad que se dan cada vez que logramos cambiar o modificar, lo que el sistema tiene previsto

Es así que la ideología que subyace en el concepto de Educación Popular promueve una ética centrada en valores de dignidad, respeto por la vida, justicia social, es decir una ética centrada en un proyecto liberador.

Podemos decir que la Educación Popular Ambiental, se expresa hoy a partir de prácticas desarrolladas en varios lugares, barrios, pueblos, regiones, donde se generan procesos de crítica de la realidad, promoviendo acciones, actividades y procesos que resisten al modelo de desarrollo mencionado, y a la vez fundan nuevas bases, conceptos y prácticas para consolidar procesos instituyentes de una verdadera transformación social.

La defensa del ambiente entonces se trata de proteger los recursos naturales, sumado a esto la conformación de cooperativas de producción a pequeña escala, en zonas rurales o urbanas, promoviendo los cultivos orgánicos, sin químicos, respetando y promoviendo la biodiversidad. Huertas barriales, comunitarias, donde se mezclan procesos de convivencia, generar verdes en los grises de las ciudades, formando conciencia de lo que implica el poder cultivar determinados alimentos, comiendo más sano y acercando los cultivos al consumo familiar. 

Como vemos, la Educación Popular Ambiental, es una respuesta contra hegemónica, que pretende construir sujetos transformadores a partir de la reflexión sobre las prácticas, de manera de enfrentar los tremendos problemas ambientales que nos acontecen. 

Consideramos clave la construcción de conocimiento colectivo, que asuma una conciencia de cambio a partir de la “conversación de saberes”

la “promoción de la participación popular” y la “construcción de nuevas relaciones de poder” entre seres humanos y de estos con la naturaleza.

La politización de la ecología no tiene que ver ni con lo partidario, ni con lo electoral, sino de comprender la ecología como parte de un paradigma que se contrapone a la propuesta actual de progreso vinculado exclusivamente al aumento del consumismo extremo y suntuario. 

Lo ecológico entonces, es más que la naturaleza a secas, lo ecológico no coloca a los seres humanos en un lugar externo al de la naturaleza, sino que lo incluye. 

Desde la Educación Popular Ambiental, se promovemos la capacidad de integrar a la reflexión y a la subjetividad de la gente, el componente vital que es el de formar parte de esa biodiversidad de la tierra, siendo una parte más que debe interactuar cooperativamente con el resto. 

Pero para poder constituirnos como agentes críticos del cambio, es fundamental comprender el punto de partida de los grupos con los que vamos a trabajar, en tanto su cultura, sus conocimientos, su posicionamiento ideológico. Si no reconocemos esto, como parte de su construcción subjetiva de entender el mundo, podemos generar ruidos importantes en la comunicación, hablando desde paradigmas distintos, sin permitir la “conversación reflexiva” que invite a re posicionarse.

En el proceso pedagógico planteado desde la Educación Popular Ambiental, no hay espacio de sabelotodos y puristas de la ecología, son espacios de intercambio y reflexión donde la circulación de saberes produce nuevos enfoques que enriquecen las prácticas. Además permiten planificar de mejor manera, los esfuerzos para enfrentar el problema ambiental como una cuestión sociocultural, que involucra nuestra relación con el ambiente, visibiliza el modelo devastador y extractivo del desarrollo que nos propone el sistema actual, donde también quedan involucrados los temas afectivos, comunitarios, alimentarios, de salud y de vivienda.

La Educación Popular Ambiental, tiene una importancia mayúscula, en el sentido que atraviesa nuestros comportamientos cotidianos, enfrentando también nuestras contradicciones concretas, a la hora de redefinir las relaciones que promovemos con los otros y con la naturaleza.