Principios Teóricos.
Esta práctica motriz busca optimizar las intervenciones educativas desde las conductas motrices, tratando de superar el dualismo que siempre ha existido en la enseñanza tradicional, entendiendo al niño desde la Cognición Psíquica sin tener en cuenta la vida emocional y simbólica.
La Psicomotricidad concibe al niño en un como una totalidad, psico somática y se compone de las interacciones cognitivas, emocionales, simbólicas y sensorio motrices. Posibilitando la capacidad de ser y de expresarse en el contexto psico social, promoviendo el desarrollo armónico de su personalidad.
Durante la acción espontánea, el niño deja ver su vida afectiva, ya que durante esta práctica, puede vivenciar la unión dinámica en todas sus acciones y comportamientos, cuando juega, cuando habla, cuando nos mira.
A través de la práctica psicomotríz ayudamos al niño a superar los fantasmas de su vida más profunda, para transitar un proceso de maduración óptimo, que le posibilitará acceder a una adecuada comunicación, expresión, creatividad y pensamiento, condiciones importantes para su futura autonomía.
Esta práctica motriz busca optimizar las intervenciones educativas desde las conductas motrices, tratando de superar el dualismo que siempre ha existido en la enseñanza tradicional, entendiendo al niño desde la Cognición Psíquica sin tener en cuenta la vida emocional y simbólica.
La Psicomotricidad concibe al niño en un como una totalidad, psico somática y se compone de las interacciones cognitivas, emocionales, simbólicas y sensorio motrices. Posibilitando la capacidad de ser y de expresarse en el contexto psico social, promoviendo el desarrollo armónico de su personalidad.
Durante la acción espontánea, el niño deja ver su vida afectiva, ya que durante esta práctica, puede vivenciar la unión dinámica en todas sus acciones y comportamientos, cuando juega, cuando habla, cuando nos mira.
A través de la práctica psicomotríz ayudamos al niño a superar los fantasmas de su vida más profunda, para transitar un proceso de maduración óptimo, que le posibilitará acceder a una adecuada comunicación, expresión, creatividad y pensamiento, condiciones importantes para su futura autonomía.
¿A Qué Llamamos Fantasmas?
Cuando el niño juega, moviliza la vida imaginaria las imágenes inconscientes y la emoción vivida en el espacio sensorio motor. Estas vivencias están en su mente del niño, pero la falta en la totalidad de su cuerpo, no le permite entrar en el registro de lo simbólico.
Cuando el niño juega, moviliza la vida imaginaria las imágenes inconscientes y la emoción vivida en el espacio sensorio motor. Estas vivencias están en su mente del niño, pero la falta en la totalidad de su cuerpo, no le permite entrar en el registro de lo simbólico.
El niño es incapaz de diferenciar entre la realidad y su propia vida interior o sus pensamientos. Entonces el vínculo entre el significante y el significado, está roto y es solo a través del juego que se libera.
A esas imágenes las llamamos imagos o fantasmas. La representación del fantasma se realiza de dos maneras:
1.Mediante la representación corporal.
1.Mediante la representación corporal.
El psicomotricista representa al fantasma, introduciendo risas, bromas, llamando, nombrando las cosas por su nombre, hasta a él mismo, para evitar confusión entre realidad y el símbolo, capacidad que la escuela tradicional se encarga de matar en la mente del niño.
La intervención, frente a la aparición del fantasma es de acompañamiento y significación. Es importante que el niño no confunda la figura del psicomotricista con la del fantasma, para poder jugar placenteramente y que no crea que aquel desaparecerá. Cuando el niño se libra del fantasma, el psicomotricista debe estar a su lado para reconocerlo y ayudarlo a evolucionar.
2.Mediante los materiales de la sala.
Es importante estar atento a las manifestaciones del niño, y una ayuda importante es valerse de los recursos materiales para construir soportes del continente psíquico. Posibilitando la existencia simbólica y el acceso a las verbalizaciones.
Estas construcciones pueden efectuarse de dos maneras:
a. El adulto puede ayudar al niño que no puede construir, encontrando los objetos adecuados, entonces por medio de sus gestos representa lo que el niño trata de hacer.
b. El niño construye seleccionando los objetos y el adulto es quien lo ayudará a construir.
c. El niño solo o junto a otros niños tiene un proyecto de juego y puede llevarlo a cabo, entonces el adulto sólo significa lo construido para devolver el espejo de placer, que brinda esta acción.
Esta unión psicosomática, puede ser manifestada por los niños hasta los ocho años y es estrategia única para posibilitar las relaciones entre la motricidad, la afectividad y lo cognitivo. El niño vive la emoción de conocer el mundo y de explorarlo y su forma de hacerlo está controlada por su vida afectiva profunda.
Todo lo inviste o representa en función de su vivencia emocional. A esto lo denominamos expresividad motriz y es la forma de relacionarse con el mundo, todas sus acciones están bajo el dominio de la actividad profunda y la emoción.
Es a través de la práctica psicomotríz y nuestras intervenciones que favorecemos esta expresividad. Transitar este periodo de manera placentera y totalizadora es fundamental en la vida de los seres humanos.
Cuando el niño es bebe, la relación con su madre es muy fuerte, totalmente sensitiva, es lo Julián de Ajuriaguerra llama dialogo tónico emocional. Es la forma única de sostén y una mutua forma de relacionarse, olerse o tocarse. Esta forma de relación es importante para el niño, pero también es igual de importante, la etapa de individuación o diferenciación de la madre, que transitará más tarde, donde el niño busca su propia identidad, separándose de ella.
Reconocerse como sujeto, saber que aquel que observa en el espejo es él mismo, es una toma de conciencia de sí. La conducta de la madre juega un papel importante en este período, pues debe estar presente con el niño, ayudándolo y acompañándolo en este acceso a su autonomía. Es importante que el niño sienta que su madre no va a desaparecer, que ella seguirá allí pero a una mayor distancia entre ellos.
Es entonces que el niño comienza a busca su descentración, su integración en el mundo y con los otros, ya es consciente de que existe y es consciente de sus posibilidades. Es la etapa de asimilación, para Piaget. A partir de aquí, el niño es capaz de pensar por sí mismo y su evolución transcurre naturalmente.
Pero no siempre esta evolución es vivida como una unidad de placer. Por determinados déficit psíquicos o somáticos, aparecen formas de evolución disarmónicas y es en la sala de Psicomotricidad donde el niño juega esta subjetividad y se lo ayuda a evolucionar.
Esta descentración supone la separación del niño de las actitudes egocéntricas, lo pone en conocimiento que no está solo, que debe respetar y compartir con otros, lo hace comprender mejor a los demás, para así poder madurar. A partir de ahora la vida profunda del niño está controlada por actividades tales como el lenguaje, el dibujo, la escritura. El trabajo será entonces de otro tipo, como los juegos de reglas, los deportes o juegos grupales.
La Práctica Psicomotriz Educativa.
La práctica psicomotriz favorece la expresividad motriz, poniendo al niño en relación con el mundo con la vida profunda como fondo, mediante la comunicación, la creación y la formación del pensamiento operatorio.
Se propone tres objetivos específicos en su dinámica de acción: comunicación, descentración y creación.
La comunicación ayuda al niño a vincularse con el mundo exterior. El niño, junto con sus compañeros, juega, salta, corre, construye, destruye... de esta manera comparte sentimientos, convive con los demás. Este consigue descentrarse, comprendiendo que debe ajustarse a acciones sociales donde ponga en juego sus deseos y respete el deseo de los demás, respetando el tiempo, los objetos y los espacios, internalizando estas formas de comunicación, se afirmará como ser independiente, pero junto los otros. Llamamos a esto la socialización del niño.
El adulto, será el encargado de que las relaciones entre los componentes de la sala de Psicomotricidad participen de la práctica en forma saludable. Debe hacer evolucionar al grupo, organizando los juegos de cooperación, de convivencia, de orden y hasta de enfrentamientos de grupos para arraigar la noción de compañero y adversario, pero siempre en su rol de árbitro de la regla y brindando un espacio de seguridad.
b. El niño construye seleccionando los objetos y el adulto es quien lo ayudará a construir.
c. El niño solo o junto a otros niños tiene un proyecto de juego y puede llevarlo a cabo, entonces el adulto sólo significa lo construido para devolver el espejo de placer, que brinda esta acción.
Esta unión psicosomática, puede ser manifestada por los niños hasta los ocho años y es estrategia única para posibilitar las relaciones entre la motricidad, la afectividad y lo cognitivo. El niño vive la emoción de conocer el mundo y de explorarlo y su forma de hacerlo está controlada por su vida afectiva profunda.
Todo lo inviste o representa en función de su vivencia emocional. A esto lo denominamos expresividad motriz y es la forma de relacionarse con el mundo, todas sus acciones están bajo el dominio de la actividad profunda y la emoción.
Es a través de la práctica psicomotríz y nuestras intervenciones que favorecemos esta expresividad. Transitar este periodo de manera placentera y totalizadora es fundamental en la vida de los seres humanos.
Cuando el niño es bebe, la relación con su madre es muy fuerte, totalmente sensitiva, es lo Julián de Ajuriaguerra llama dialogo tónico emocional. Es la forma única de sostén y una mutua forma de relacionarse, olerse o tocarse. Esta forma de relación es importante para el niño, pero también es igual de importante, la etapa de individuación o diferenciación de la madre, que transitará más tarde, donde el niño busca su propia identidad, separándose de ella.
Reconocerse como sujeto, saber que aquel que observa en el espejo es él mismo, es una toma de conciencia de sí. La conducta de la madre juega un papel importante en este período, pues debe estar presente con el niño, ayudándolo y acompañándolo en este acceso a su autonomía. Es importante que el niño sienta que su madre no va a desaparecer, que ella seguirá allí pero a una mayor distancia entre ellos.
Es entonces que el niño comienza a busca su descentración, su integración en el mundo y con los otros, ya es consciente de que existe y es consciente de sus posibilidades. Es la etapa de asimilación, para Piaget. A partir de aquí, el niño es capaz de pensar por sí mismo y su evolución transcurre naturalmente.
Pero no siempre esta evolución es vivida como una unidad de placer. Por determinados déficit psíquicos o somáticos, aparecen formas de evolución disarmónicas y es en la sala de Psicomotricidad donde el niño juega esta subjetividad y se lo ayuda a evolucionar.
Esta descentración supone la separación del niño de las actitudes egocéntricas, lo pone en conocimiento que no está solo, que debe respetar y compartir con otros, lo hace comprender mejor a los demás, para así poder madurar. A partir de ahora la vida profunda del niño está controlada por actividades tales como el lenguaje, el dibujo, la escritura. El trabajo será entonces de otro tipo, como los juegos de reglas, los deportes o juegos grupales.
La Práctica Psicomotriz Educativa.
La práctica psicomotriz favorece la expresividad motriz, poniendo al niño en relación con el mundo con la vida profunda como fondo, mediante la comunicación, la creación y la formación del pensamiento operatorio.
Se propone tres objetivos específicos en su dinámica de acción: comunicación, descentración y creación.
La comunicación ayuda al niño a vincularse con el mundo exterior. El niño, junto con sus compañeros, juega, salta, corre, construye, destruye... de esta manera comparte sentimientos, convive con los demás. Este consigue descentrarse, comprendiendo que debe ajustarse a acciones sociales donde ponga en juego sus deseos y respete el deseo de los demás, respetando el tiempo, los objetos y los espacios, internalizando estas formas de comunicación, se afirmará como ser independiente, pero junto los otros. Llamamos a esto la socialización del niño.
El adulto, será el encargado de que las relaciones entre los componentes de la sala de Psicomotricidad participen de la práctica en forma saludable. Debe hacer evolucionar al grupo, organizando los juegos de cooperación, de convivencia, de orden y hasta de enfrentamientos de grupos para arraigar la noción de compañero y adversario, pero siempre en su rol de árbitro de la regla y brindando un espacio de seguridad.
Por su parte el niño debe ver a sus compañeros como una ayuda fundamental para lograr un objetivo común, y no como enemigos.
En el aspecto personal del niño, conseguimos la comunicación centrándonos en el aspecto corporal de esa comunicación, con la que el niño se relacionará con los otros, resolviendo esas necesidades que nos muestra, llevamos al niño progresivamente de los gestos a las palabras, haciéndolo avanzar hacia posibilidades creativas y conceptuales imprescindibles para la descentración.
Las vías de proyección del sujeto, se ponen en relación con el espacio, con los objetos y con los demás, aunque todo depende del deseo de comunicarse que tenga. Esta comunicación se genera desde el nacimiento, a partir de la relación tónico afectiva, antes mencionada y que compone con la diada bebé-mamá, hasta su separación y distanciamiento.
La agresividad, seducción y provocación son medios de comunicación, inmaduros y carentes de instrumento, es a través de la Practica Psicomotriz que estas formas deben ser transformadas en actos comunicativos. La comunicación hace al niño evolucionar en el nivel afectivo, abriéndose hacia pares y adultos.Esta comunicación puede darse a nivel verbal y no verbal.
La creación surge cuando las representaciones que el niño tiene del mundo exterior se concretan por medio de la acción y el movimiento.
La creación surge cuando las representaciones que el niño tiene del mundo exterior se concretan por medio de la acción y el movimiento.
El deseo de crear, surge en el niño cuando percibe situaciones significativas y estas lograron producir una resonancia transformadora.
Construyendo, armando o dibujando, surge en el niño la necesidad de comunicarlo, para lograr que estas acciones perduren en el tiempo y sean factibles de ser internalizadas.
El adulto debe animar esta necesidad de creación mediante el juego. La alegría que produce en el niño al finalizar su obra y recrearse en ella hace que necesite compartirla y transmitirla a otros. Así favorecemos a la descentración. La expresión es la traducción de la actividad mental.
El proceso de expresión desarrolla en el niño, capacidades relacionadas con la necesidad innata del hombre de comunicarse y con el proceso sensorial y perceptivo. Lo expresado esta en relación directa con lo observado, hablado o experimentado.
Construyendo, armando o dibujando, surge en el niño la necesidad de comunicarlo, para lograr que estas acciones perduren en el tiempo y sean factibles de ser internalizadas.
El adulto debe animar esta necesidad de creación mediante el juego. La alegría que produce en el niño al finalizar su obra y recrearse en ella hace que necesite compartirla y transmitirla a otros. Así favorecemos a la descentración. La expresión es la traducción de la actividad mental.
El proceso de expresión desarrolla en el niño, capacidades relacionadas con la necesidad innata del hombre de comunicarse y con el proceso sensorial y perceptivo. Lo expresado esta en relación directa con lo observado, hablado o experimentado.
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