Cuando un niño arma y desarma una torre de cubos, juega la posibilidad de elaborar, re elaborar y re significar el mundo. Esta acción le otorga al jugador la primera y mejor oportunidad de pensar y de ser uno mismo. Bruner lo definió como "un invernadero donde se puede combinar pensamiento lenguaje y fantasía". Demasiada libertad, que la dictadura militar, instalada en nuestro país en el 76, golpeó con censura en los juegos, los cuentos y las canciones para los niños, que no se escaparon tampoco de su mirada vigilante y controladora.
Cundo mamá llegó de la escuela esa tarde y me dijo: "ese libro hay que quemarlo, por que está prohibido", me morí..., no entendía nada, ..."mamá quemando un libro" ... ella, que en su señalador de lecturas, tenía una frase que se empeñó en que yo recuerde hasta hoy ..."Buenos son los viejos libros, pues solos los buenos llegan a viejos"...
...¿ lo vas a quemar ? "si este libro, me lo regalaste para mi cumple"... ¿cómo va a llegar a viejo?...
Durante muchos años me resistí a olvidar esos cuentos, se los conté a mis hijos muchas veces y a todos mis alumnos, durante el momento de la vuelta a la calma de cada una de mis clases de Educación Física, en Jardines de Infantes y primeros grados. La maravillosa planta de Bartolo, hacía palpitar el corazón de los chicos, que me preguntaban sorprendidos, si era de verdad!!! ...y el monigote de carbón..., me acompañó hasta el exámen final de literatura infantil...
Luego el tiempo fue poniendo otras historias en mis recuerdos, el silbato del tren de Libertad, fue sonando cada vez mas lejano y hasta Mar de Ajó, no llegaba su sonido... poco a poco me fui olvidando de los detalles y fui poniendo otros cuentos en los rituales de salida de mis sesiones de psicomotricidad...
Pero como no hay olvidos y siempre se mantiene vivo en mi, el deseo de recuperar mi infancia, estoy muy atenta a todo lo que me cuentan, el jueves pasado mientras discutíamos en Mar del Plata, con mucha vehemencia sobre la buena didáctica, me acordé de este pequeño libro, y como cataratas recuperé todos estos recuerdos, como en una película.
Y como las construcciones solo se dan a través de la interacción con otros, fue con la ayuda de los otros que pude hacerlo.
Salí del seminario y lo primero que hice fue buscar el libro y comprarlo. No es la misma edición, los dibujitos son mas modernos, pero pude recuperar la poesía de los cuentos, la fantasía y la realidad de los detalles de cada historia. Con la "re lectura" de cada cuento, sentí la necesidad de poner en mis alumnos, que pronto serán docentes, el pensamiento crítico en aquello que se les cuenta a los niños, la necesidad de revisar, que mensaje subyase detrás de cada historia y que ideas queremos que broten en este germinador de pensamientos y juegos, que es el niño. En estos tiempos en que el mensaje que prevalece es, el de las divinas contra las populares, quiero rescatar la crítica que los medios hacían a esta joyita, en los tiempos de mi infancia.
..."El libro encierra un pequeño mundo, un microcosmos que solo es pequeño en tanto medida humana del niño que lo leerá, pero que trasciende más allá de sí mismo y de su estatura, con la necesaria profundidad de las obras trascendentes, esa que deben conformar la genuina literatura infantil.
Es hora ya de que dejen de proliferar los pseudo-autores de literatura para niños, moralistas imbuidos de buenas intenciones utilitarias, o críticos provistos de recetas teóricas; es hora de que los auténticos creadores indaguen en sus posibilidades de escribir para la infancia, es hora de que se estimen y aprecien libros como éste, demostrativo —junto a otros— de que en la Argentina ya existe una auténtica literatura infantil, y por eso celebramos esta tercera edición de La torre de cubos, de Laura Devetach.
Es hora ya de que dejen de proliferar los pseudo-autores de literatura para niños, moralistas imbuidos de buenas intenciones utilitarias, o críticos provistos de recetas teóricas; es hora de que los auténticos creadores indaguen en sus posibilidades de escribir para la infancia, es hora de que se estimen y aprecien libros como éste, demostrativo —junto a otros— de que en la Argentina ya existe una auténtica literatura infantil, y por eso celebramos esta tercera edición de La torre de cubos, de Laura Devetach.
Artículo publicado en el diario La Prensa (Buenos Aires, 9 de junio de 1975).
¡Gracias a mis compañeros del Seminario de Didáctica, por ayudarme a poner otro cubo en mi torre hacia la pedagogía de la Libertad ! Mar de Ajó 15/10/2009.